viernes, 3 de agosto de 2012

El Rastro de Madrid


El Madrid más castizo se vende, se compra y se disfruta en torno a la plaza de Cascorro

De origen medieval, el Rastro es uno de los mercados más antiguos de Madrid pero también uno de los más modernos. La mezcla de vendedores y compradores, de madrileños y turistas ha hecho de él uno de los lugares más populosos de la ciudad, recomendado en todas las guías. Para empaparse de su esencia, lo mejor es recorrer sus calles, confundirse entre el gentío, dedicarse al arte del regateo y dejarse cautivar por el ambiente.

Es uno de los símbolos más emblemáticos de Madrid. La visita al Rastro es cita ineludible para el primer domingo que uno pasa en la ciudad o paseo habitual en las mañanas festivas de los madrileños. Ubicado en el entorno de la Ribera de Curtidores, el mercado engloba una gran manzana casi triangular delimitada por las calles de Toledo, Embajadores y Ronda de Toledo y se extiende por varias calles de la zona como San Cayetano, Fray Ceferino González, Carlos Arniches, Mira el Río o las plazas de General Vara del Rey y de Campillo del Mundo Nuevo.

Donde tiempo atrás se ubicaba el matadero de cerdos y las cercanas tenerías, donde se curtía la piel de las reses, está hoy el zoco más castizo del planeta. Domingos y festivos, más de 1.000 vendedores ambulantes "abren sus puertas" a eso de las 9 de la mañana para hacer las delicias de propios y extraños ávidos de hacerse con cualquier chollo.



A mediodía, la popularmente conocida como Plaza de Cascorro -donde se erige la estatua de Eloy Gonzalo, un soldado madrileño que en 1897 prendió fuego, de manera heroica, a las casas del pueblo cubano de Cascorro- es ya un hervidero de gente. Un reguero de turistas y madrileños cumple con la mayoritaria costumbre de, tras salir del metro en la estación de Tirso de Molina, recorrer el mercadillo desde arriba hacia abajo. Desde Cascorro al Mercado de Puerta de Toledo.
Escondrijo de pícaros y truhanes

Han cambiado los tiempos desde que el Rastro era terreno donde campaban pícaros y truhanes, también han cambiado los objetos expuestos a la venta pero permanece esa esencia propia de los mercados donde todo puede ser vendido y que recogían los autores decimonónicos Hilario Peñasco y Carlos Cambronero: "Allí, en confuso montón, aparecen revueltos un uniforme de miliciano y una vajilla desportillada, el retrato del duque de la Victoria y un capuchón de carnaval, una mantilla de casco y un espadachín del siglo XVIII; por eso el padre de familia, el comediante casero, la mujer hacendosa y el anticuario encuentran siempre en el Rastro algo que puede remediar sus necesidades de satisfacer sus aficiones".

De Cascorro uno puede irse a casa con cualquier cosa imaginable. Desde ropa de primera y segunda mano, bisutería o cualquier recuerdo típico de Madrid, hasta objetos de almoneda o antigüedades que se muestran en algunas plazuelas y galerías. Pero también con lo que nunca imaginó ver a la venta: un plastiquillo que puesto bajo la lengua reproduce el canto de un pájaro, el mecanismo interno de una cerradura antigua o una pieza para una radio que se dejó de fabricar casi antes de que llegase a España el genial aparato.

En el Rastro también hay calles temáticas, como la de San Cayetano, conocida como la de los Pintores, plagada de óleos, acuarelas o reproducciones de grandes obras de arte.
Y, después, una tapas

Tras el bullicioso paseo y, saciadas las ansias de ganga, uno no puede marcharse de Cascorro sin consolidar esa actividad tan madrileña de comprar en el Rastro con un buen aperitivo en los bares y tascas que, abarrotados, se localizan por toda la zona. La castiza costumbre de salir de cañas tiene aquí su paraíso propio. Un vino, una cerveza o un vermú de grifo no serían lo mismo sin la inestimable compañía de una tapa de paella o un bocadillo de calamares que ofrecen los locales de Ribera de Curtidores y las calles próximas.

Hay buen ambiente, mucho griterío, ganas de comprar y muchas más de vender. Es la feria más madrileña de la capital, el mercado de los mercados donde uno puede toparse con el barquillero y la organista que ambienta con su chotis la zona a la vez que con los más modernos del momento ojean tebeos antiguos.



Metro: La Latina y Puerta de Toledo (Línea 5) y Tirso de Molina (Línea 1)
Autobuses: 3 , 17 , 18 , 23 , 41 , 60 , 148
Cercanías: Embajadores

Horarios: Domingos y festivos de 9 a 15 horas

Fuennte, esmadrid.com

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